A medio camino entre la nostalgia y el culto a los videojuegos clásicos, es muy complicado encontrar una máquina arcade original en buenas condiciones de uso, y prácticamente un milagro toparse con un salón recreativo en activo ya que perdieron la popularidad de la que hicieron gala en tiempos pasados.   La mayoría de ellos se vieron obligados a bajar la persiana a medidos de los 90 ante la llegada masiva de las consolas de 32 bits que permitían jugar a videojuegos con la misma calidad gráfica, que los de los arcades, pero con la comodidad de poder hacerlo desde casa y sin tener que pagar una moneda por cada partida. En este juego encarnaremos a una pequeña pelota saltarina con la habilidad de saltar sobre plataformas suspendidas o a lo largo de obstáculos y enemigos hasta llegar a una meta.